DÍA 2

El día anterior se había formado un gran revuelo debido a la impactante muerte de Madelaf. Papá Pitufo estaba empeñado en que un hecho semejante no estropearía su fiesta de cumpleaños, por lo que decidió tomar cartas en el asunto y convocó rápidamente a sus pitufos para dar con el responsable:

-Pitufos míos, nuestra querida Pitufa Sastre ha sido pitufada. Nunca había pitufado nada igual en nuestro poblado, jamás ningún pitufo había pitufado la mano encima de otro pitufo salvo para pitufarle de las orejas por ser travieso. Está claro que esta pitufada ha sido obra de Gargamel.

-¡¡Buuuuhhhhh! –los pitufos abuchearon en cuanto escucharon aquel maldito nombre. Todos los pitufos se dedicaron a maldecir a Gargamel con toda clase de improperios.

Papá Pitufo continuó con su charla:

-He estado pitufando, y he pitufado a la conclusión de que el responsable de este lamentable pituficidio ha sido alguien que pitufaba por el puesto de Madelaf. Tras pitufar a unos cuantos candidatos, he pitufado a la conclusión de que sólo ha podido ser Kerensky.

-¡No puede ser! –exclamó Ellaria, consternada. –Si es el alma de la fiesta.

-El jamás haría algo así, si está todo el día fumado –afirmó Asha, incrédula.

-La decisión está pitufada –digo Papá Pitufo sin paliativos. –Kerensky debe pitufar el poblado para siempre.

Por lo tanto, Kerensky se encaminó cabizbajo hacia la salida del poblado. Nadie quiso escuchar su defensa; él no había hecho nada malo, sólo curiosear por el puesto de Madelaf, y esto le costó el destierro. Tan distraído iba lamentándose de su mala suerte que no escuchó aproximarse a la fiera. Azrael, con sus uñas afiladas, se lanzó sobre Kerensky y lo despedazó allí mismo.


Tras el desagradable incidente, la fiesta continuó como estaba prevista. La previsión del Pitufo Meteorólogo falló y la tarde fue soleada. La comilona había sido todo un éxito, aunque algunos de los más jóvenes se quejaron de la falta de originalidad del menú. Los pitufos pudieron hacer una tranquila digestión disfrutando de las representaciones teatrales de la tarde. La anécdota la protagonizó Symon, cuando se subió al estrado a recitar su poesía, aunque el concurso que organizó Agus había sido por la mañana.

-Vaya, con lo pitufa que me había quedado, y me he pitufado fuera de concurso –suspiró Symon.


Al día siguiente se reanudaron los festejos. El mercadillo parecía menos alegre con el puesto vacío de Madelaf; la actividad se centró en los juegos infantiles y el concurso de levantamiento de seta, en el que el Pitufo Fortachón parecía imbatible.

Una de las que más trabajó aquel día fue la Pitufa Pastelera. Sansalayne dedicó todo el día a preparar pastelitos de limón de manera frenética, como si fuera a visitarla Sansa. No fue ella quien entró por la puerta de su seta, sino uno de sus vecinos pitufos.

-¡Hola, Sansalayne! –saludó risueño.-¿Estás muy pitufada?

-¡Hola! –saludó alegremente Sansalayne. –Pues un poco sí. Tengo que pitufar la mente de alguna manera…

-Pues yo venía a pitufarte un encarguito, así tienes distracción.

-¡Pitufiguay! –exclamó Sansalayne. -¿Y qué es lo que te pitufa?

-Pues quería un pastelito corriente, pero pitufado con una de estas setas que he pitufado –le mostró una lustrosa seta del puesto de Mr_Lann. -¿Podría pitufarlo contigo y así aprendo? Siempre he pitufado con ser tan buen repostero como tú.

-Claro que sí. Sígueme a la cocina.

Una vez en la cocina, ambos se pusieron manos a la obra (nota del autor: no tengo ni p. idea de hacer pasteles, así que obviamente los pasos me los salto o me los invento :P ). Una vez estuvo el pastel en el horno, el pitufo preguntó:

-¿Ya está pitufado?

-Aún no –respondió Sansalayne pacientemente. –Aún pitufan unos minutos.

-¿Podrías pitufarlo por si acaso?

-De acuerdo –Sansalayne lo miró extrañado, pero se encogió de hombros y abrió el horno para comprobar si el pastel ya estaba hecho.

Raudo y veloz, el pitufo le propinó un empujón a Sansalayne, quien acabó dentro del horno. El pitufo lo cerró rápidamente mientras la pobre Sansalayne se cocía junto al pastel.

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